Sol Jouliá. entrena y acompaña a ejecutivos, empresarios, emprendedores, y profesionales hace 17 años, en Comunicación, Oratoria y Liderazgo. Se formó como Licenciada en Comunicación Social, por la Universidad Austral de Buenos Aires, y se especializó posteriormente, como Trainer en Programación Neurolingüística (PNL) y Coaching Transformacional con PNL. Una mujer que ha podido romper con los mandatos familiares para elegir su propio camino y que en ese transitar encontró las herramientas y las estrategias para transformar su vida, y acompañar a otras personas a lograrlo.
1. Hablar sobre uno mismo no es tarea fácil pero, ¿qué podríamos agregar a esta presentación?
La pregunta ¿quién soy? es una de las primeras grandes preguntas. Pienso que cuando uno puede responderla todo el resto se vuelve más fácil. No soy mi nombre, tampoco mi profesión, una edad, y muchos menos un estado civil… Creo firmemente en la evolución, y en la posibilidad de una profunda transformación propia y de otros, siempre que exista la voluntad de hacerlo y la disciplina para lograrlo.
2. ¿Qué define a una mujer empoderada?
Habla con su propia voz, suena exactamente como es y no como a otros les gustaría que sonara. Piensa por sí misma, y se anima a decirlo en voz alta aún cuando lo que diga no coincida con lo que piensa el resto. Se anima a sentirse, y a sentir con otras personas aquello que sucede. No escapa, enfrenta lo que sea necesario y utiliza el poder que tiene para el bien de todos, de todas, y de la Tierra. Está conectada con sí misma y con su entorno.
3. ¿Crees que algún día las mujeres podremos liberarnos definitivamente de los estereotipos impuestos o viviremos eternamente “preseteadas”?
Creo que no sólo es posible romper con los estereotipos, paradigmas y pre-seteos que tenemos las mujeres hoy, estoy convencida que resulta absolutamente necesario que lo hagamos. ¿Cuánto tiempo nos llevará lograrlo? el que cada una esté dispuesta, porque los cambios y las reconexiones, la re-programación requiere de nuestra voluntad para tomar distancia de lo que nos venden, imponen, proponen, y de que generemos nuevas experiencias para alimentar nuevas creencias más potenciadoras, y mucha práctica diaria. El final de la pregunta, me hace acordar al cierre de los cuentos que nos leían cuando éramos chicas:“y vivieron muy felices, y comieron perdices” la ilusión de lo permanente, de creer que nos arreglamos o nos arreglan para siempre como si fuéramos máquinas no es real, la auto-observación debe de un trabajo de cambio constante. Necesitamos salir de ese “encantamiento” en el que muchas estamos metidas hasta las narices, necesitamos recuperar nuestro poder personal, aprender a liderarnos, encontrar nuestra propia voz, descubrir quiénes somos, aceptarnos como somos y construir ese mundo más empático e inclusivo que anhelamos. Y es importante que lo hagamos no sólo por nosotras, por todas, porque la evolución no es una materia individual, sólo la podemos lograrla si lo hacemos juntas.
4. ¿En tus asesorías y entrenamientos en organizaciones y empresas, observás que existen barreras de género?
Las primeras barreras son internas, son nuestras, de cada persona en particular. A lo largo de estos 17 años tuve oportunidad de acompañar a diferentes mujeres, emprendedoras y otras a punto de emprender, empresarias, profesionales con muchos años de trayectoria, otras recién iniciando su carrera profesional, o por recibirse. Y sin importar cuánto habían logrado, mucho o poco, todas llegaron a mi puerta con un sentimiento compartido de carencia. Las mujeres nos sentimos menos de lo que valemos, creemos que nunca sabemos lo suficiente, que nos falta, que no nos alcanza, que tenemos que hacer el triple esfuerzo que el resto. Sentimos que nos faltan los recursos, y sobre todo esperamos el visto bueno de los demás antes de actuar. Las barreras, las fronteras, las primeras vallas están adentro de nuestra mente, y en nuestro cuerpo. En algunas se han instalado como consecuencia de nuestra crianza, de nuestras experiencias, del contexto que vivimos, y de las voces a las que les dimos más autoridad que a nuestras propias voces o forma de pensar. Pero empiezan en nosotras. Y cuando tomamos conciencia de ésto, RECUPERAMOS NUESTROS PODER, porque si nosotras mismas nos reconocemos como parte del problema, del límite, de la diferencia, recién allí tenemos el poder para generar el cambio, que empieza en nosotras.
5. A pesar de las grandes conquistas logradas en los últimos años a partir de la oleada de movimientos feministas, todavía existen pequeñas desigualdades cotidianas, muchas veces sutiles, que no han pasado a la historia. La típica expresión de “mujer tenía que ser” cuando se comete alguna imprudencia al volante o el “tener” que ocuparse de determinadas tareas en el hogar, ¿Cuáles son las situaciones en las que sentís desigualdad?
Fue muy fuerte estudiar en Buenos Aires donde viví hasta el año 2003, porque sabía que me tenía que cuidar el doble o el triple al salir, pensar cómo vestirme, y porqué barrios transitar, dependiendo de la hora del día. Pero fueron aún más complejos mis años en la zona norte del Alto Paraná. Sentí que las mujeres estábamos llamadas a ocupar un lugar único, el del hogar, con estereotipos demasiado marcados y lleno de límites, por el solo hecho de ser mujeres. Sin embargo, siempre fui consciente que mi realidad fuera positiva o no, es eso, “mi realidad” y por lo tanto no es más que la de una gota en el medio de un gran océano. Por eso siempre fue importante saber qué sucedía con otra mujeres, en situaciones mucho más extremas y desiguales que las mías; estar disponible, abierta a escuchar sus historias, sus vivencias y poder acompañarlas sigue siendo una prioridad, falta muchísimo por hacer para alcanzar la igualdad.
6. ¿Existe la clave del éxito? ¿Podemos entrenarnos para ser exitosos?
NO creo que exista una clave única, al contrario, existen tantas formas de ver o entender el éxito como personas existen en este Planeta. Me gusta pensar que las circunstancias pueden cambiar, son inciertas y se modifican constantemente. Por eso para mí, se trata de ser lo suficientemente flexibles como para adaptarnos, y tener la actitud necesaria para alcanzar lo que buscamos, a pesar de todos y cada uno de los cambios. Ese es el éxito para mí, capacidad de adaptación al cambio.
7. ¿Por qué muchas veces nos resistimos a los cambios a pesar de que lo nuevo aparente puede ser mejor?
La resistencia es parte del proceso de cambio. Porque cambiar tiene que ver con dejar lo conocido, lo seguro para lanzarnos a lo que es incierto. Cuanto más radical es el cambio, más miedo tenemos a enfrentarlo, porque cambiar profundamente significa dejar de ser quienes somos, soltar lo que siempre creímos o dimos como válido, y animarnos a configurar una nueva identidad, que todavía no conocemos, ni sabemos cómo va a funcionar. Sacarse la piel que ya no funciona, la que nos ajusta tanto pero tanto que nos llega a asfixiar… a veces duele, no es cómodo, requiere paciencia, disciplina, y esfuerzo.
8. Si tuvieses que elegir una frase que te defina ¿Cuál sería?
Implacable, como el sol del mediodía.
9. ¿Qué mensaje le darías a aquellas mujeres de actitud sumisa para demostrarles que pueden convertirse en mujeres empoderadas?
Creo que las mujeres necesitamos resonar con otras mujeres, no necesitamos convencernos unas otras. Somos libres y suficientemente capaces de lograr lo que queremos. Nuestra materia prima, nuestra naturaleza es creadora, parimos nuestros proyectos, materializamos nuestras ideas, y somos canales de vida cuando nos proponemos que así sea. Todas contamos con nuestra maravillosa intuición, tenemos inteligencia y capacidad de decisión; no necesitamos que nos digan cómo pensar, qué hacer, o hacia dónde ir. Tenemos de sobra, con nosotras la naturaleza ha sido infinitamente generosa, aunque a veces dudemos, nos confundamos o pensemos que no. Y hoy más que nunca, nos tenemos a nosotras, vamos juntas, no estamos solas.
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