EN TRÁNSITO
Somos pasajeros de un viaje que para algunos arrancó en el nacimiento, para otros es como un bucle que se repite, para muchos es un no tiempo. Lo cierto es que transitamos gran parte de este viaje bastante inconcientes de que "estamos de paso", avanzamos creyendo que somos dueños de todo, y de todos, de lo propio y de lo ajeno.
Somos pasajeros en tránsito, pero vivimos como si no lo fuéramos. Cargamos pesos inútiles, acumulamos responsabilidades que nos exceden, hacemos trabajos que no nos corresponden. Sostenemos propiedades, dinero, títulos, coleccionamos objetos, muebles, ropa, nos llenamos con relaciones, emociones tóxicas, comidas que no alimentan, pensamientos del pasado que sólo restan, culpa, mucha culpa.
Por los motivos que fueran vamos como la gran mayoría dando saltos con los ojos vendados. Corremos hasta agotarnos, con la mente en otro lado, el corazón en silencio, preferimos no escucharlos, hay que hacer, hacer, y hacer para tener… ¿para qué? Si tomáramos verdadera conciencia que estamos en tránsito y que el cuerpo es el vehículo que nos permite en este plano vivir intensamente lo que deseamos, ¿cuánto peso cargaríamos en nuestra mochila? aún mejor, ¿la cargaríamos?
En estos días, por múltiples razones, me puse a pensar en esto ¿cómo no enfermarnos si hemos perdido el equilibrio? ¿cómo todavía nos asombra que el cuerpo nos diga basta cuando toda la vida dijimos una cosa, pensamos otra, sentimos una tercera y no actuamos en consecuencia? ¿cómo no enfermarnos cuando nos postergamos, nos anulamos, y nos callamos tanto?
Somos pasajeros en tránsito, y a veces tenemos la suerte de cruzarnos en las terminales de embarque de los aeropuertos con seres increíbles. Los vemos ir y venir livianos, ágiles, flexibles; los escuchamos hablar con facilidad de lo que viven, los sentimos conectados, presentes, plenos.
Y si ellos pueden, ¿por qué nosotros no?