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LA PRIMERA VEZ QUE ME ELEGÍ

Desde chica me convencí que lo mejor que podía ser y hacer era convertirme en abogada. Si lo lograba podría trabajar, y estar a cargo del Estudio Jurídico de papá, proyecto que lo había armado con años de mucho esfuerzo compartido. Era el camino más seguro, el camino que todos anhelaban que siguiera.


Partí a Buenos Aires con los rulos al viento y el ombligo al aire. Llevaba conmigo la alegría y la energía heróica de quien sabe que puede caminar con sol, lluvia, truenos o lo que sea para llegar a donde se propone. Cargaba en mis espaldas la necesidad de acompañar a papá en sus ganas de hacer justicia, creía que podía sostener con mis esfuerzos el suyo, quería continuar sosteniendo su forma de ver el mundo.


Me iba mil puntos, de 10. Sin embargo, adentro mío había un gran vacío, me sentía atrapada, perdida, nada identificada. Discutía con los profesores, cuestionaba el falso ¨federalismo¨ constitucional, y me parecía una locura aceptar que la justicia se definiera a partir de códigos, y de unos 4 libros básicos. Nada de lo que escuchaba me parecía que fuera lógico, menos y más importante aún que se tratara de una verdad para mí.


En uno de los últimos feriados del año 98, primer año de la Facu de Derecho, estaba en el campo de una amiga tirada en el medio del pasto mirando al cielo. Me acuerdo patente, cerré los ojos, hice unos minutos de silencio y me animé a decir en voz alta lo que tenía atragantado hacía varios meses, "NO QUIERO ser abogada”. "Quéeeeeeee sonaron al unísono", "vos estás loca?". Me acuerdo las caras desencajadas de mis compañeras, nadie entendía nada. Tenía 18 años, siempre había acertado, sobresalido, cumplido con todos y todo. Fui abanderada en el pre-escolar, primaria y secundaria, estaba entre los mejores promedios de la Facu, "Misiones" como algunos solían llamarme, estaba al frente y era su referente a la hora de estudiar. Nada cerraba.


Fue la primera vez que mi NO significó un SÍ a Sol. En ese momento no me di cuenta que estaba eligiendo por mí, por valores muy profundos, no conocía mi misión. La culpa de no hacer lo que había prometido a mi padres era inmensa, y no me dejaba ver lo que estaba sucediendo. Tuve que recalcular completamente, frenar de golpe, y fue para todos un cimbronazo porque por primera vez la hija perfecta y obediente abandonaba algo que había comenzado, el "proyecto" parecía estar fracasando.


Hoy, a 20 años de distancia de aquella decisión, reconozco que en aquel entonces no sabía quién era, no entendía para qué estaba donde estaba, y mucho menos vislumbraba hacia dónde iba. Aquel primer NO rotundo me topó con la responsabilidad de SER YO, descubrí que el sentido de la vida era propio, no de otros. Comprendí desde entonces, que mi única responsabilidad es ser fiel a misma, y es eso lo que me hace feliz.


Después de unos meses de parate absoluto, de dudas intensas y de recalcular mil veces sobre lo que me gustaba hacer, volví a elegir, fue la primera vez que ME ELEGI.



¿Y vos recordás el primer NO que sería un SI a ser quien sos? Compartilo, todos necesitamos fuerza para elegir por nosotros mismos.



#clientes #negocios #servicio

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